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La piel del niño.

El buen cuidado de la piel del niño en las primeras etapas de la vida es básico para evitar que con el paso del tiempo se produzcan muchas alteraciones.

Antes de empezar, conviene recordar que la piel está recubierta por un manto ácido gracias al cual siempre permanece íntegra además de permitirle defenderse de las agresiones que pueda sufrir.

Gracias  a  la higiene de la piel se consiguen eliminar las secreciones cutáneas (como el sudor o el sebo y así evitar el mal olor), eliminar la suciedad ambiental (manchas, polución, etc.) y prevenir algunas infecciones.

Sin embargo, en todo momento deberíamos tratar de mantener intactas las características de la piel, esa protección natural que la forma. Por eso no es aconsejable una higiene demasiado enérgica. El uso de productos de limpieza inadecuados puede irritar, eliminar las grasas naturales de la piel y favorecer enfermedades cutáneas. En resumen, unos lavados excesivos, tanto en frecuencia como en intensidad, no son garantía de salud.

También es importante evitar la pérdida de calor. Para ello bastará con abrigar al niño (aunque siempre con sentido común y sin caer en excesos). Evitemos las temperaturas extremas y ropas de fibras sintéticas: son preferibles los tejidos de algodón y de hilo para las ropas en contacto con la piel.

LA HORA DEL BAÑO

En cuanto al baño, éste puede realizarse desde el primer día. Uno corto y templado bastará para la higiene del bebé y estrechar los lazos afectivos con él. Es muy conveniente que sea diario para crear una rutina en el pequeño. A la hora de hacerlo, prepare agua templada y no lo alargue más de 10-15 minutos. Elija un jabón neutro adecuado acompañado con aceite de baño: son los menos irritantes.

El pelo se puede lavar a diario también. No es perjudicial. Pero en todo caso, no utilice acondicionadores del cabello u otros productos cosméticos ya que podrían irritar el cuero cabelludo del bebé.

A partir del primer año es más aconsejable la ducha diaria y que el niño pueda iniciar el reconocimiento de su cuerpo. Tan importante como el enjabonado es un buen aclarado. Eliminar los restos de jabón evitará la alcalinización de la piel y la sequedad cutánea.

Es posible que la piel del recién nacido pueda agrietarse o descamarse en algunas zonas. No debe ser motivo de alarma una descamación fina en manos, pies o cuero cabelludo (costra láctea). Una crema hidratante con ingredientes naturales y un aceite vegetal solucionarán el problema.

La zona del pañal es una zona conflictiva que presenta irritaciones frecuentes, en especial desde el nacimiento y hasta que el niño controla los esfínteres. Por lo tanto, es recomendable cambiar frecuentemente los pañales para evitar un contacto prolongado de las heces con la piel. Deberíamos lavar la zona con agua y jabón (el mismo del baño) y aplicar una crema barrera (bálsamo o pasta) en cada cambio, especialmente por la noche.

Los polvos de talco deben evitarse. Se han documentado casos graves de aspiración hacia el aparato respiratorio. Las uñas se pueden cortar desde los primeros días, aunque sin apurar y siempre cortándolas rectas, especialmente las de los pies.

CRECIMIENTO Y AUTOHIGIENE

A medida que los niños van creciendo hay que tratar de enseñarles su autohigiene (lavado de manos, de dientes, genitales, etc.). Los niños usan, cada vez más, nuevos cosméticos. En los últimos años venimos observando un incremento de casos de dermatitis de contacto relacionados con este cambio. En ese sentido, es razonable recomendar precaución en el uso de estos productos (cremas, lociones, pinturas de tatuajes, etc.). Si observa alguna alteración en la piel del bebé o del niño (picor, eczemas, ronchas, etc.) no dude en consultar al dermatólogo. Muchas enfermedades de la piel tienen su debut en esta edad y mejorarán con el tratamiento adecuado.

Hay niños que en la primera infancia, ya en la fase de lactante, muestran una piel denominada delicada o atópica, en torno al 60% de la población infantil. Una inflamación de la piel que se caracteriza inicialmente por piel seca, zonas eccematosas, eritematosas y prurito intenso . El rascado constante lleva a un círculo vicioso de picor-rascado-erupción-picor que conviene evitar.

El eczema se reagudiza en épocas de estrés, cuando la temperatura es extremadamente elevada o baja, cuando el niño sufre una infección bacteriana o cuando la piel se irrita por el contacto con tejidos (por ejemplo lana) o detergentes. En estos casos, tanto el tratamiento como la higiene del bebé o el niño deben estar estrictamente vigiladas por el dermatólogo. Es entre el cuidado de los padres y el consejo del profesional como se obtienen los mejores resultados, rápidos y sin efectos secundarios, para conservar el “confort cutáneo” de nuestros pequeños..

Dra. Ramírez.

 

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