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Llega el sol: unos consejos básicos

consejos para tomar el sol

La primavera ya ha llegado con fuerza, y como otros años, los medios de comunicación dedican numerosos espacios para hablar de los beneficios y riesgos que genera la exposición solar como un anticipo del verano.

El tema del bronceado, por ejemplo, suscita un cierto debate de lo más interesante. Hasta mediados del siglo pasado el ideal de belleza se relacionaba con la blancura de la piel. Los tonos oscuros y las personas bronceadas se asociaban al trabajo en el campo y los obreros; la piel blanca aportaba notoriedad social. Sin embargo, esto empezó a cambiar a partir de los años sesenta cuando las clases pudientes y los famosos, empezaron a lucir sus bronceados como símbolo de belleza, riqueza, salud y glamour. Esta moda terminó por generalizarse y hacerse patente en casi la totalidad de la sociedad.

Generalizado este fenómeno del bronceado en la sociedad, en las últimas décadas se ha establecido una especie de relación amor-odio entre los dermatólogos y el astro rey. Por un lado somos conscientes de los beneficios que aporta una exposición solar moderada y racional: la síntesis de vitamina D, la prevención de la osteorporosis, mejora en nuestro sistema inmunitario, el incremento de nuestras defensas naturales así como una mejor regulación de nuestro ciclo de vigilia-sueño que mejora nuestro estado anímico y emocional. Todo eso sin olvidar, claro está, un agradable aspecto estético que, al menos en los tiempos que nos ha tocado vivir, denota salud y juventud.

En el otro lado de la moneda nos encontramos los efectos negativos que el exceso de exposición solar pueden producir. La luz solar está compuesta por rayos ultravioletas A y B que no dejan de ser radiaciones ionizantes. Si bien los utilizamos de manera terapeútica en tratamientos de patologías inflamatorias como la psoriasis o la dermatitis atópica, también pueden dañar nuestro ADN celular en función de la intensidad y el tiempo de exposición solar. Los ultravioletas pueden provocar efectos a corto plazo como la quemadura solar aguda o efectos a largo como el Fotoenvejecimiento (manchas, arrugas y pérdida de densidad de la dermis) o la Fotocarcinogénesis (Queratosis actínicas, carcinomas basocelulares y espinocelulares y melanomas).

Por lo tanto, a fin de hacer un uso racional del sol, deberíamos tener en cuenta una serie de consejos básicos:

– Evitar por norma la exposición solar directa durante las horas de mayor intensidad (entre las 12 y las 16 horas)-.

– Siempre que se tome el sol, debe hacerse con un factor de protección adecuado a nuestro fototipo de piel (mínimo un FPS de 15).

– En el caso de los bebés y los niños menores de un año, hay que evitar la exposición directa al sol. Siempre deben recibirlo de manera indirecta.

– Para las actividades y deportes al aire libre hay que usar ropa adecuada, gorra y gafas de sol. Es muy importante no descuidar la protección de los ojos.

– Para cualquier duda, situación especial o cualquier otra circunstancia lo mejor siempre es consultar con el especialista de tu piel, con el Dermatolólogo.

Dr. Miguel González 

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